El sueño paradójico

Llevada a cabo la víspera y al día siguiente de una noche, una formación inicial permite gracias al dominio del sueño paradójico el descubrimiento y el control inmediato de un enorme potencial energético individual, relacionado con las «aperturas temporales»

El  “doble”. ¿Quién es? ¿Qué papel juega en nuestra vida? ¿Cuándo actúa?

Somos nosotros en otro tiempo. Nos separamos de él cuando nacemos y debemos re-encontrarlo después de nuestra muerte. Él es el guardián de nuestra memoria y debe arreglar nuestro futuro antes de que lo vivamos y, para ello, utiliza nuestra encarnación y nuestro sueño paradójico (o paradoxal) que debemos de saber utilizar

Cambiar el futuro… durmiendo

Existe un momento muy importante en la noche, que es la fase del sueño denominado ‘paradójico’: es entonces cuando tiene lugar el intercambio más exhaustivo de informaciones entre nosotros y nuestro doble.

Nuestro doble espera con ansia nuestra invitación, nuestra actitud adecuada que le permita acceder a nuestro cuerpo y, desde ahí, dar el salto hacia el futuro. Su objetivo último es responder a las preguntas del Creador, pero tampoco puede desatender nuestras inquietudes. Como una parte que es de nosotros mismos, nuestro doble nos necesita en forma. Por ello, la búsqueda hacia adelante del doble incluye nuestra sanación y nuestro bienestar, siempre que ésta sea nuestra voluntad y así lo hayamos pedido.

¿Individualmente, cómo se produce el desdoblamiento?

Tenemos la particularidad de ser a la vez ondulatorios y corpusculares; hay que entender ese lado ondulatorio: nuestro cuerpo físico está perfectamente estructurado, pero también tenemos un cuerpo energético que está perfectamente estructurado, y que viene a darle la información.

¿De qué manera?

Según un proceso en el que nuestro cuerpo sería un abrigo cuyos botones serían los chacras. Es interesante apuntar que el movimiento de desdoblamiento sigue nuestra columna vertebral, con nudos situados en los lugares de intercambio de información entre pasado, presente y futuro. Si tenéis una buena armonía entre la información del pasado, presente y futuro, el cuerpo os lo dice, todo funciona bien. Este principio es conocido desde hace mucho tiempo y sabemos, después de todo, que todas las civilizaciones antiguas se basaban en el futuro, en todo caso, intentaban conocerlo antes de vivirlo, de ahí el rol de los augurios, de los adivinos, de la pitonisa, etc.

Es sólo en la fase llamada de “sueño paradójico” que reside la posibilidad de arreglar el futuro antes de vivirlo. Y si ignoramos esto, lo ignoramos todo de nuestra vida.

En esta fase del sueño, el cuerpo está inmóvil, casi inerte. Ahora bien, ¿qué es lo que hace vivir mi cuerpo? ¿Qué es lo que le hace moverse? Es mi parte energética; si se va, a mi cuerpo no le queda nada de qué vivir…

Sin embargo, sigue respirando, digiriendo, el corazón sigue latiendo…

Sí, pero eso requiere muy poca energía, que el futuro es capaz de darme mientras me he ido. Pero es una energía insuficiente para moverme. Durante ese tiempo, mi energía ¿qué se ha ido a buscar? Una información. Viene a mí otra información que me permite sobrevivir mientras mi cuerpo energético se ha ido. Pero si soy capaz de irme con un cuerpo energético al acecho de informaciones, hace falta pues, si tengo un doble, que pueda venir en mí para que haya intercambio de informaciones. Como dos átomos desdoblados, intercambian sus informaciones…

¿De qué manera?

Una parte energética de uno va al otro y viceversa, intercambian informaciones, que para mí aparecen bajo forma de intercambios ondulatorios. El futuro es entonces capaz de darnos informaciones instantáneas que no tenemos tiempo de calcular y de reflexionar en nuestro propio tiempo.

¿Por qué está en total atonía postural? ¿Por qué los niños de pecho que duermen entre veinte y veintidós horas al día, tienen diez horas de sueño paradójico? ¿No sería esta una adaptación al espacio que empiezan a entender? ¿No necesitan ellos más sueño paradójico que los adultos? Ahora bien, las personas mayores tienen todavía menos… Eso parece lógico: cuanto más nos adaptamos a un espacio, mejor vivimos, necesitamos menos informaciones externas. Parece pues más lógico que el niño de pecho necesite más informaciones que la persona mayor. Entonces ese cuerpo energético ¿sería más importante que el cuerpo físico? Evidentemente que no, pues para vivir en la Tierra, necesitamos un cuerpo energético y un cuerpo físico. El cuerpo físico nos permite desplazarnos en nuestra realidad, pero sin cuerpo energético nuestro cuerpo físico está muerto. Vayamos más lejos todavía: puesto que estamos desdoblados, si tenemos un doble que vive en otro tiempo, él también en su realidad tiene su lado ondulatorio y corpuscular. Entonces podemos imaginarnos que los cuerpos energéticos se intercambian y que debido a esto nuestros cuerpos toman informaciones en dos tiempos diferentes. Pero ¿quiere esto decir que es un doble? Deberíamos más bien decir que es como una vibración, en efecto estamos en dos tiempos diferentes. La palabra “doble” es imperfecta, pues tenemos la sensación de una disociación completa como con una fotocopia, en dónde existen independientemente el original y la copia. En cuanto a nosotros, no es eso para nada: ese desdoblamiento hace que estamos en relación permanente, con un intercambio de informaciones, para que la relación sea permanente.

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Se necesita saber controlar el sueño…

¿Cómo conseguirlo, pues por definición, el sueño y sobre todo el sueño paradójico es incontrolable? Basta con saber que puesto que ese sueño está hecho para controlar la consecuencia de nuestros pensamientos, que han molestado un potencial, el sueño paradójico arreglará ese potencial que hemos molestado de manera consciente o inconsciente.

Cuando nos acostamos, todos conocemos una fase de adormecimiento, durante la cual seguimos pensando, es decir, que podemos todavía controlar nuestros pensamientos. Luego llega el sueño y ya no controlamos nada. Pero, puesto que nuestros pensamientos están almacenados en el agua de nuestro cuerpo, aquéllos que tenemos cuando nos adormecemos van a dirigir nuestra noche: hay atracción entre los pensamientos que hemos tenido y los que llegan. Ése es el control que debemos tener. Controlar nuestro adormecimiento, es controlar todos nuestros pensamientos antes de quedarnos dormidos. Si lo hacemos, es un buen principio, aunque no sea suficiente.

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