Al igual que las partículas, tanto en lo infinitamente pequeño como en lo infinitamente grande, somos en la Tierra observadores de un tiempo intermediario entre (observadores externos)+ que evolucionan en un tiempo muy rápido y (observadores internos)– que evolucionan en un tiempo muy lento.
En tres tiempos desdoblados – pasado, presente, futuro – se producen intercambios permanentes y anticipativos de información en aperturas temporales imperceptibles. Están reguladas por tres velocidades: la velocidad de la luz CO y dos velocidades supralumínicas C1 y C2.
Esta intrincación de las partículas desdobladas nos permite por fin entender el vínculo instantáneo que existe entre el universo y nuestra vida en la Tierra.
Estos intercambios reales de informaciones, permanentes, anticipativos y científicamente observables, no deberían dejarnos indiferentes.
Esta ley de los tiempos es fundamental y se aplica, día y noche, en nuestra vida terrestre.
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